- Ante la situación. el riesgo para los ecosistemas costeros regionales es alto, si partimos de que en la Costa del Norte de Veracruz, existen muy diversos.
Tuxpan, Veracruz, 23 de octubre.- Los ecosistemas costeros son los receptores naturales de los contaminantes generados a lo largo de las cuencas hidrológicas. Los cauces de los ríos se encargan de transportarlos desde la montaña hasta los ecosistemas costeros, especialmente en la época de lluvias cuando aumenta el volumen de descarga. La cuenca del Rio Tuxpan posee dos afluentes principales, el Río Vinazco y el Río Pantepec (Melchor-Marroquín y Chagoya-Fuentes, 2016) que drenan sus aguas al Golfo de México. Estas aguas son determinantes tanto, en la caracterización fisicoquímica de las lagunas costeras, los manglares y los arrecifes de Tuxpan, como en el aporte de contaminantes que van recogiendo a su paso.
Históricamente, la industria petrolera es una de las más relevantes en México y la zona costera del norte de Veracruz. Esto, ha traído un conjunto de consecuencias ecológicas ligadas a los derrames. El petróleo es una mezcla compleja de compuestos químicos, entre los más peligrosos para la biota están los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAP) así como diversos derivados orgánicos de azufre y nitrógeno de alto peso molecular (Haapkylä et al. 2007).
El impacto de los derrames petroleros en los ecosistemas depende de varios factores y por esto, cada incidente y sus impactos son únicos. Entre los factores que interactúan y que determinan la naturaleza y el alcance de las consecuencias biológicas de cada derrame incluyen: el tipo de petróleo, la cantidad del derrame, los factores ambientales físicos, las condiciones meteorológicas predominantes, la naturaleza de la biota, los factores estacionales, la exposición previa del área al petróleo (Straughan, 1972), entre otros.
El derrame petrolero ocurrido el 16 de octubre pasado, en la comunidad Citlaltépetl (municipio de Álamo Temapache), debido a una avería en el ducto Naranjos-Poza Rica, llegó alcauce del rio Tuxpan y todo parece indicar que, llegará hasta la costa. Sus efectos sobre la flora y fauna no se conocen, pero se puede deducir que, una parte del combustible, se incorporará a los sedimentos, otra se mezclará con el agua y otra más, será separada con medios mecánicos, usando los protocolos establecidos.
Ante esta situación, el riesgo para los ecosistemas costeros regionales es alto, si partimos de que en la costa del norte de Veracruz, existen ecosistemas muy diversos (p. e. los arrecifes de coral) y de gran importancia ecológica (p. e. los manglares) donde habitan numerosas especies de peces, aves, reptiles, etc., que están en la Norma Oficial Mexicana 059 (Diario Oficial de la Federación, 2010, 2019).
Existe información que expone la dinámica del petróleo, cuando llega a las áreas de manglar. Con ayuda de la marea, el petróleo se deposita sobre las raíces de los mangles pudiendo recubrir las áreas respiratorias de las raíces, tallos y plántulas generando cambios en su fisiología. Las plantas y animales de talla pequeña asociados a los mangles, pueden morir en pocos días, mientras que los árboles y arbustos más altos y maduros pueden persistir durante meses (Duke, 2016) o bien presentar alteraciones en su dinámica poblacional. La abundancia en nutrientes en los manglares, lo convierte en un área de crianza y alimentación de invertebrados, peces y aves, algunos de importancia comercial (p. e. camarón).
Otra de las comunidades sensibles ante un derrame petrolero, es la de pastos marinos, la cual además de participar en la captura de CO2, juega un rol importante como área de crianza y alimentación de especies de interés pesquero (p. e. pargos). En este sentido, Jackson et al (1989) observaron una notable mortalidad de la infauna de pastos marinos después de un derrame de petróleo frente a la costa panameña en 1986.
En los arrecifes de coral, las comunidades que están más expuestas (p. e. corales y zoántidos) mueren cuando el petróleo se adhiere a sus tejidos, lo cual ocurre, durante la bajamar. Se sabe que la mayoría de los corales viven por debajo de los 3 m de profundidad y esto los excluye de la mortalidad por adhesión de petróleo pero no del stress, que puede generar: decoloración, hinchazón de los tejidos y producción de moco (Johannes et al. 1972) y consecuentemente, una disminución del crecimiento (Guzmán et al. 1991), la fecundidad (Guzmán y Holst, 1993) y el reclutamiento coralino (Guzmán et al. 1993).
Es muy importante señalar que, no solo los ecosistemas locales están expuestos a este derrame petrolero. Si llega al mar, puede alcanzar otras zonas de Veracruz por el arrastre de las corrientes marinas que en esta época fluyen de norte a sur (Salas-Monreal et al. 2018). Por esto, es urgente que las autoridades ejecuten actividades de contención y remediación para evitar una catástrofe mayor.
(Con información de Revista Praxis)