Arturo Soto Munguia / El Zancudo


Qué tan acelerados no andarán los morenistas adelantando vísperas, repartiendo posiciones, prometiendo cargos, buscando los propios y algunos hasta ‘vendiendo’ sus gestiones para ‘acomodar’ gente en el nuevo gabinete, que tuvo que salir al paso el mismísimo gobernador electo para calmarles las ansias de novillero.



Alfonso Durazo Montaño envió un boletín de prensa el pasado viernes con un mensaje lapidario: “En este momento no estamos comprometiendo absolutamente nada. Como lo he indicado, necesito tomarme el tiempo porque Sonora merece un gobierno completo, profesional y sobre todo apegado a los principios de la 4T. Sus trayectorias complementarán el proyecto por el cual se expresó el pueblo sonorense el pasado 6 de junio”.



Y para que no quedara el menor asomo de duda remata el boletín: “Ningún integrante dentro de su equipo y menos fuera del mismo, cuenta con autorización de hacer acuerdos para elegir perfiles; por lo que informó que será una decisión que tomará personalmente”.



¿Así o más claro?



Y es que al viejísimo estilo, algunos (y algunas) andan muy activ@s moviendo sus contactos en la prensa para barajar sus nombres, pensando que el gobernador electo tomará en consideración esas menciones, pero quienes conocen más de cerca a Durazo sostienen que eso puede resultar contraproducente y lo mejor es no moverse para salir en la foto, parafraseando al viejo Fidel Velázquez.



Otr@s más se placean en eventos públicos y se encargan de autopromocionarse en sus redes sociales y desde luego, sobraron quienes se esmeraron en publicar la felicitación más emotiva para el de Bavispe con motivo de su cumpleaños el pasado fin de semana, aunque nunca antes lo habían hecho.



Pero el que se voló la barda fue un señor de nombre Edgar Acuña Solís, de quien no se sabía nada hasta que el jueves pasado intentó viralizar unas fotografías suyas durante un evento de capacitación para las diputadas y diputados electos de Morena y sus aliados.



Efectivamente, las fotos se hicieron virales en las redes sociales, pero no porque don Edgar, con sus 135 seguidores, sea propiamente un influencer, sino porque, acaso por las prisas se le fue un detallito en el ‘power point’ cuya proyección apareció de fondo presumiendo el curso de capacitación “A L@S DIPUT@S DE LA LXIII LEGISLATURA”.



Y pues ya saben cómo es la raza de tuiter; al señor lo agarraron de botana que fue un encanto, incluso entre su propia clica, por lo que, me aseguran, montó en cólera.



Pero eso de las prisas y las omisiones se le da bien al señor Acuña. Por allá en agosto de 2015, trabajando en el área jurídica del gobierno de Guillermo Padrés, al señor se le olvidó presentar la declaración patrimonial a la que están obligados los servidores públicos de cierto nivel, recibiendo un extrañamiento por parte de la Contraloría estatal.



En su defensa argumentó que le falló el internet, pero evidentemente no le creyeron, así que lo sancionaron con esa penalización mínima. Y ya para que el padrecismo sancione a alguien por incurrir en actos u omisiones de su responsabilidad administrativa, pues es currículum, pero de los malos.



Eso de L@S DIPUT@S es un error nimio, si se quiere, pero dice mucho sobre los apresuramientos de la autopromoción con fines de ser considerados por el único que va a palomear cargos -incluso los de otros poderes, pa’ qué más que la verdad-, así que vale más llevársela calmado, tomar las cosas con serenidad y nada de andársele atravesando como de casualidad al gobernador electo en alguno de sus eventos, poniendo cara de gansito Marinela, por aquello de ‘recuéééééérdame’…



II



“Así como la imagen del indio envuelto en un sarape a la sombra de un sahuaro (en México), la imagen de una sociedad reprimida bajo la fuerza de una feroz dictadura comunista (en Cuba) parecen encontrarse muy difundidas, sin ser del todo exactas.

“De hecho, en ciertos momentos cuando uno está en Cuba parece estar en México, donde también el gobierno ocupa todas las artes de la propaganda en la legitimación de sí mismo y la descalificación del contrario hasta el insulto.



“El culto a la personalidad del gobernante en la isla es pieza fundamental en el entramado social que ha mantenido en el poder durante casi 50 años a Fidel Castro, acaso ‘el último de los mohicanos’ de la revolución socialista y la dictadura del proletariado.



“-¿Vas a ver la miseria en Cuba?, fue otra de las preguntas recurrentes, antes del viaje.



“Para ver la miseria, basta con subirse a un Multirrutas y llegar a cualquier colonia de la periferia de Hermosillo, llegué a responder”.



Esto lo escribí en 2006 para la presentación de un pequeño libro de crónicas de vida cotidiana que surgió de un primer viaje a la isla, y que no tuvo un final feliz al ser decomisado en el aeropuerto de La Habana cuando regresé para tal presentación. Esta es una historia larga que no viene al caso abundar ahora.



Baste decir que de esos dos viajes salieron algunos elementos para comprender lo que está sucediendo hoy en Cuba, donde la sorpresa no son las movilizaciones antigubernamentales, que venían creciendo desde entonces aunque con mucho miedo de tomar las calles.



Escalaron entre 2019 y 2020 con el llamado Movimiento San Isidro, encabezado por artistas, intelectuales, periodistas y activistas a raíz de una reforma legal para determinar desde el Estado lo que es cultura y lo que no es, lo que derivó en la detención de uno de ellos, un cantante de rap llamado Denis Solís.



En La Habana y otras ciudades de la isla, desde hace muchos años se habla por lo bajo, por lo muy bajo, contra el régimen, pero la llegada de las redes sociales -incipientes y limitadas-, amplió el eco de las protestas y ayer estallaron las movilizaciones en las principales provincias. Con ser difícil tomar las calles como este domingo ocurrió, será más difícil volver a casa y permanecer en ella, porque allá en cada barrio hay un Comité de Defensa de la Revolución y en cada cuadra un responsable de la misma, que conoce, vigila y reporta cualquier acción considerada contrarrevolucionaria.



De hecho, el propio presidente Miguel Díaz-Canel convocó ayer mismo “a los revolucionarios, a todos los comunistas a que salgan a las calles y vayan a los lugares donde vayan a ocurrir estas provocaciones. La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios”, dijo en un mensaje a la nación.



Por eso creo que esta vez se ha llegado al punto de no retorno. O se dialoga o se reprime y esto lo veremos en los próximos días.



Es imposible negar el daño del bloque comercial y el interés de Estados Unidos por quebrar la revolución, pero también es imposible negar que buena parte del pueblo cubano ya está lejos de aquella épica victoria contra la dictadura de Fulgencio Batista, y ya no le basta la arenga antiimperialista cuando carece de lo más indispensable.



Como en la Primavera Árabe, quizás estemos ante el Verano Caribeño. Difícil, sumarse al coro que alienta las protestas cuando en él sobresalen voces que siempre estuvieron contra la revolución cubana, aunque no es tan difícil entender los legítimos reclamos que nutren las protestas.



Es fácil también, sumarse a la condena contra quienes han tomado las calles, desde la perspectiva que lo hace por ejemplo, Yeidckol Polenvnsky, tuiteando “Ni un paso atrás, hasta la victoria siempre”, entre una y otra lujosísima tienda de Masaryk, en Polanco.



Lo cierto es que la realidad ha alcanzado a Cuba; la gente está en las calles protestando por la escasez de alimentos, medicinas y libertades. Obviamente desde Miami y Washington, desde otras partes del mundo sobran quienes aticen el movimiento, así como quienes lo condenen.



El mundo entero tiene sus ojos puestos en esta isla del Caribe, que políticamente representa muchas cosas, genera sentimientos encontrados y obliga a revisar la historia.



Vienen días difíciles allá.



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