¿Quién manda o será que están dispuestos a compartir el poder? * Mientras el exmandatario detalla sus razones para soltar al Tigre en las calles, la Primera Mandataria Sheinbaum Pardo señala que “estamos lejos de eso” * El primer piso fue un desastre * El segundo piso se está consolidando y millones de mexicanos desean que Claudia gobierne desde ya para iniciar una auténtica transformación
SUBIDA POR: REDACCIÓN
Ciudad de México.- El expresidente Andrés Manuel López Obrador reapareció públicamente en días pasados mediante un video que grabó en su rancho La Chingada, en Palenque, Chiapas.
El video fue ampliamente difundido en redes sociales. En un mensaje, de más de 50 minutos, presentó su nuevo libro, “Grandeza”, y reflexionó sobre su “retiro de la política”, pero lo que más provocó polémica y reacciones de todo tipo fue su afirmación que sugiere que sólo él sería el salvador de la democracia, de la presidenta, de la soberanía, ¡de México pues!
Y detalla sus tres razones para volver de su retiro, insinuando que soltaría al Tigre en las calles.
Afirma que saldría de su retiro en paz si se vulnerara la democracia (“el burro hablando de orejas”, cuando es por todos sabido que él inició la destrucción del régimen democrático constitucional); si existiera una amenaza de Golpe de Estado (no midió sus palabras o quizá no sabe que eso sólo lo pueden dar los militares y la Jefa Suprema de las Fuerzas Armadas es la Primera Presidenta); o si fuera necesario “defender la soberanía de México” (la indicada es la Mandataria con el apoyo del pueblo).
Sutilmente se elige como el salvador, como el único que puede salvar a México y que sólo él puede poner orden y control en el país. Como quien dice, “El Estado soy yo”.

DESPLANTE DE PODER
El periodista Marco Levario Turcott, entrevistado por Adela Micha, señala: “La reaparición de Andrés Manuel López Obrador desde ‘La Chingada’ lo define como un desplante de poder que, lejos de blindar a Claudia Sheinbaum, desnuda su fragilidad. Habla de cómo el expresidente aprovecha la crisis de imagen, los escándalos de huachicol fiscal y la violencia para enviar un mensaje interno a Morena: ‘Aquí sigo mandando yo’”.
Bajo el argumento de presentar su libro, manda línea política, pide “unidad” y se coloca otra vez como el verdadero centro de mando de la 4T.
Sobre este punto, la Primera Mandataria Sheinbaum Pardo celebró la reaparición del expresidente López Obrador.
“Me dio mucho gusto, queremos mucho al presidente López Obrador y su libro va a ser muy importante para el país”.
Quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Cualquier semejanza con personajes de la política actual es mera coincidencia, en la siguiente cita histórica.
El 10 de abril de 1936, el presidente Lázaro Cárdenas expulsó del país a Plutarco Elías Calles. Esto se debió a su constante intervención y control sobre la política mexicana, después de dejar la Presidencia, lo que obstaculizaba el gobierno de Cárdenas y generaba inestabilidad.
Calles controlaba al PNR, buscaba seguir imponiendo sus propias reformas, era un líder con gran poder y seguidores leales, y controlaba el poder tras bambalinas.
A partir de ese hecho histórico, la tradición del poder presidencial en México, que el PRI preservó por más de 70 años.
Fue una regla no escrita que los expresidentes dejaran de opinar e intervenir en la política de su sucesor. Si bien la política de todos ellos se basó en la continuidad de las principales políticas públicas, no se hacían públicas como logros del antecesor.
Esto permitía que el presidente en funciones reafirmara su poder y tuviera todo el margen de mando durante su gobierno. Sin embargo, ahora con el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, parece que los límites de la lealtad personal parecen rebasar la esencia de los principios que enarbola el “Movimiento” de la llamada “Transformación” que en el sexenio anterior quedó mucho a deber.
Nadie esperaría un rompimiento entre el expresidente Andrés Manuel y la Primera Presidenta Claudia Sheinbaum, pero esto podría implicar que la actual mandataria está dispuesta, por lealtad y convicción, a compartir el poder de la institución presidencial, con los riesgos que ello implicaría.
Para Maquiavelo, el poder es una fuerza que se ejerce y no se comparte; un gobernante debe ser pragmático, usar la fuerza y la astucia, y ser temido antes que amado para mantener el control, ya que la política es una lucha por el poder, no un ideal, y la bondad excesiva o la confianza ciega en otros pueden llevar a la ruina, como lo afirma en su obra “El Príncipe”.
La titular del Poder Ejecutivo -en sus intervenciones públicas- repite en cada oportunidad los “grandes logros” de AMLO. El sábado 6 de diciembre de 2025, durante la celebración de “Siete años de transformación”, destacó lo mismo que AMLO presumió en su video recientemente difundido: “…que durante su sexenio salieron de la pobreza 13.4 millones de personas”.
La Mandataria también subrayó: “Nos guía la máxima obradorista de que, por el bien de todos primero los pobres”.
Durante la celebración de los siete años de la llamada Cuarta Transformación, con seis años de Andrés Manuel López Obrador como presidente y el primer año de Sheinbaum al frente del país, la Primera Presidenta recuerda que los mexicanos tomaron una gran determinación desde que se decidió votar por Andrés Manuel López Obrador en 2018, pues el país entró en una verdadera democracia ‘donde el gobierno trabaja para todas y para todos, pero especialmente para quien más lo necesita’.
En un intento de hacer un resumen del primer piso de la transformación, el suscrito -ciudadano observador de la política mexicana desde hace 50 años, sin vínculos ni intereses con la “ultraderecha”, ni con conservador alguno-, me atrevo a afirmar que fue un rotundo fracaso.
Los resultados de AMLO fueron catastróficos, las cifras y datos duros hablan por sí solos y los números no mienten.
El menor crecimiento económico en 40 años; retroceso en educación, según medición PISA (OCDE); el segundo país del mundo con más fallecidos en la pandemia, un total de 800 mil muertes; en salud, 50 millones sin servicios; en seguridad, aumento exponencial de delincuencia y crimen organizado, cobros de derecho de piso en todos lados, asaltos en carreteras, 50 mil desaparecidos, crecimiento del huachicol.
En las obras faraónicas, opacidad y corrupción: Una refinería que costó el doble de lo presupuestado, 16 mil mdd, y que aún no refina un barril; un Tren Maya que atropelló todas las normas ecológicas, destruyó cenotes, selva y fauna por falta de planeación, además de corrupción y materiales de dudosa calidad; y un AIFA convertido en “Elefante blanco”, sin tráfico, producto del capricho personal de destruir el proyecto “Texcoco”, que los mejores especialistas y arquitectos del mundo habían planeado durante 25 años, llamado a ser el HUB de tráfico aéreo de toda América Latina.
AMLO convirtió los programas sociales -que ya existían- en moneda de cambio por votos, incrementando las dádivas. Para ello quitó recursos a muchos programas de salud, infraestructura, educación, investigación científica, desarrollo tecnológico, cultura y muchos de apoyo al campo, agricultura y sanidad animal.
Regresó el gusano barrenador por suspender la construcción de un gran laboratorio -en fase final de construcción- en Tapachula, Chiapas, que cultivaría la mosca que lo combate.
En pobreza, la cifra de 13 millones que se presume salieron de esta situación resulta falaz. Se cambió la metodología para medirla y sólo se consideraron los ingresos adicionales por programas sociales y se excluyeron todas las variables que sí sacan de la pobreza a la gente, como son acceso a educación, salud, vivienda digna (sin piso de tierra), luz, agua potable y otras que dan un mejor nivel de vida a los pobres.
En democracia se apoderó -personalmente- del Poder Judicial, sólo basta ver quiénes son los integrantes de la SCJN, puros incondicionales de él. Destruyó los organismos constitucionales autónomos. Dividió al país en buenos y malos, morenos y conservadores, aplastó a los partidos de oposición y controló al INE y al TEPJF. Todo esto en medio de la sospecha de alianzas con cárteles, al menos el de su “hermano” Adán Augusto.
Tardó 18 años en alcanzar la Presidencia, pero no para mejorar al país, más bien para satisfacer su ambición de poder. Ahora que reaparece públicamente, habrá que estar pendientes: ¿Qué pretende? ¿Qué querrá?
Los mexicanos estamos orgullosos de tener la Primera Presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo. Una mujer inteligente, preparada, con convicciones democráticas, con un buen equipo de trabajo.



