Arturo Soto Munguia / El Zancudo
Se llama simplificación y es un recurso básico de la propaganda política. Consiste en reducir todo al contraste, sin matices: todo se explica a partir de la existencia de los buenos y los malos.
Al presidente López Obrador ese recurso le funcionó bien como candidato, aunque como presidente se le está complicando un poco.
La gran masa de votantes que en 2018 se volcó en las urnas para legitimar el triunfo del presidente, y de paso a los candidatos de Morena, a lo largo de estos tres años ha visto cómo, para permanecer al lado de los buenos se necesita validar a pie juntillas, sin levantar la mirada y sin el más mínimo asomo de crítica, cuantas ideas salen de Palacio Nacional.
No hacerlo los coloca automáticamente en el bando de los malos.
A querer y no, esa insistencia en simplificar todo de esa manera, ha venido dejando fuera del selecto grupo de los buenos, a muchos que habiendo votado por la alternancia en 2018, se han sentido abandonados, marginados y hasta vituperados.
No hablamos de los adversarios políticos, los que desde antes de esa fecha y desde siempre habían visto en el presidente a un peligro para México, aunque en realidad lo que veían era un peligro para sus excesos, privilegios y triquiñuelas. Esos estaban en contra y lo siguen estando, naturalmente.
Pero hay otros sectores que no militan en partidos o causas algunas, o que abanderando demandas legítimas desde la sociedad civil, han sido maltratados desde el gobierno.
Allí se incluyen los padres y madres de los niños con cáncer a quienes no les importa mucho si el presidente se pelea con los voraces halcones de la industria farmacéutica, pero sí les importa que sus hijos mueran porque mientras se resuelve esa pelea, no tienen medicamentos. Las madres sin estancias infantiles, o las de muertos y desaparecidos; los deudos de las masacres; ferrocarrileros sin pensiones, feministas y demás, todos son manipulados por la derecha cuando reclaman ser tomados en cuenta, reconocidos en el espacio público.
Maestros y maestras, personal sanitario, arquitectos, ingenieros, abogados, artistas, a todos les ha tocado su letra escarlata del conservadurismo cuando han osado reclamar lo que a su derecho corresponde.
De tanto invocar un bloque opositor, al presidente se le está cumpliendo.
Reitero, no hablo de los que ya eran opositores, sino de quienes habiendo incluso votado por López Obrador, pasaron en tres años de la euforia a la decepción, que los hay. ¿Cuántos? Difícil precisarlo, pero si las elecciones arrojan una referencia, se pueden revisar los resultados de los procesos registrados en 2019 y 2020, señaladamente este último, donde los candidatos del presidente fueron barridos en las urnas de Coahuila e Hidalgo.
Y es que el recurso de la simplificación funciona, pero no para siempre. Eventualmente, puede volverse en contra, como parece estar sucediendo.
Tanto insistió el presidente en echar en el costal único del ‘partido conservador’ -entelequia que le ahorra el esfuerzo de entender la diversidad ideológica y la pluralidad política del país-, a todos los que disientan de su homilía mañanera, que tal cosa se está volviendo realidad.
Ignoro si eso sea bueno o malo, pero está sucediendo. Las declinaciones de candidatos opositores a Morena en varios estados de la República anticipa una modificación en los resultados electorales del 6 de junio, que no estaban previstos hace un par de meses.
En Sinaloa, la candidata del PT a la gubernatura, Gloria González declinó a favor del candidato de la Alianza Va por Sinaloa, Mario Zamora; en Chihuahua, la candidata del PRI, Graciela Ortiz declinó a favor de Maru Campos, de la coalición PAN-PRD; en Guerrero, la candidata del PAN, Irma Lilia Garzón declinó a favor de Mario Moreno, candidato del PRI-PRD. En Sonora, Ricardo Bours se sumó a la candidatura de Ernesto Gándara.
En el caso de Sonora ha menudeado la suma de candidatos, dirigentes y sindicatos otrora afines a otros partidos, a la candidatura de ‘El Borrego’.
Todos haciendo bloque contra los candidatos de Morena. ¿Qué tanto modificarán estas declinaciones el resultado electoral del 6 de junio? Difícil precisarlo, pero definitivamente las expectativas que el presidente tenía en algunas gubernaturas, y sobre todo en el Congreso de la Unión, ya no son las mismas.
Algo similar ocurre con el desplegado aparecido ayer en la prensa nacional, donde 480 académicos, historiadores, empresarios, periodistas convocan a cerrar filas contra los candidatos de Morena “para rectificar el rumbo porque el país se debate entre la democracia y el autoritarismo, entre las libertades y el abuso de poder, entre el conocimiento y la demagogia, entre la responsabilidad y el capricho, entre el federalismo y el centralismo, entre la división de poderes y la presidencia autocrática, entre el camino de las instituciones y el arbitrio de una sola voluntad”, sostienen.
De nuevo, no extraña que este llamado lo hagan férreos opositores a AMLO, como Claudio X. González, el principal promotor del ‘Sí por México’ que a la postre derivó en la Alianza Va por México. Extraña que aparezcan otrora apoyadores del presidente, como Gabriel Zaid, que decidieron dar el paso y afrontar, con las consabidas consecuencias, la condena que viene desde Palacio y sus francotiradores oficiales.
¿Son todos los ‘abajofirmantes’ parte de la mafia del poder que perdió sus privilegios? No necesariamente, pero sí disienten, en escala diversa con la forma como se está conduciendo el país y cómo se prevé la composición de la cámara de diputados.
¿Lograrán el objetivo? Probablemente no en todo, pero sin duda están configurando una oposición más articulada que aquella de 2018, planchada sobre el asfalto y preguntando por las placas del tráiler guinda que los atropelló.
Veamos dos ejemplos locales. En 2009 el estrenado gobierno de Guillermo Padrés inició el proceso para construir el acueducto Independencia. La oposición surgió rápidamente desde Cajeme y si bien entre sus dirigentes había connotados priistas, en el movimiento de protesta que se generó coincidieron toda clase de militancias y ciudadanos sin partidos.
Para 2012, Guillermo Padrés quiso imponer el llamado ‘Común’, un impuesto a la tenencia vehicular, lo que dio pie al movimiento conocido como ‘Los Malnacidos’, donde de nuevo, aparecieron liderazgos identificados con el PRI, pero en el que coincidieron muchos.
En ambos casos, participaron incluso muchos que hoy militan en Morena, por la sencilla razón de que ni el Acueducto ni el Común eran temas que afectaran a un partido en especial, sino a grandes conglomerados sociales.
Desde el gobierno del PAN se insistió con ahínco en catalogarlos como priistas y en desarrollar toda suerte de presiones, persecuciones y hasta represión y hostigamiento abiertos. Simplificar el análisis de esos movimientos al etiquetado partidista, en lugar de inhibir la protesta la hizo más grande, especialmente entre quienes ni por equivocación militarían en el PRI, y se sentían hasta ofendidos con tan etiqueta.
A la postre, esos dos movimientos fueron claves para alimentar la oposición a un gobierno estatal del PAN que fue debut y despedida.
De eso han pasado muchos años y los protagonistas de aquellos episodios se pueden encontrar ahora militando en cualquier opción partidista, o siguen desde la sociedad civil participando de la vida pública, pero esa es otra historia.
Lo cierto es que un gobierno que se atrinchera en sus dogmas, termina excluyendo hasta a sus aliados y a la larga, volviéndolos en su contra.
II
Hoy les cantan Las Golondrinas a los candidatos a diputados locales, Fermín Trujillo Fuentes (PANAL) y Ernestina Castro Valenzuela (Morena). Ambos fueron impugnados al ser postulados por partidos distintos al que los postuló en 2018, algo que está prohibido en la ley.
Atendiendo la resolución del TEE en ese sentido, el IEE ha convocado a los integrantes de la candidatura común Juntos haremos historia para que en un plazo de 24 horas presenten la documentación que permita registrar a los candidatos sustitutos.
Bye Bye.
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