Ciudad de México.- En alguna ocasión, la escritora Elísabet Benavent ha afirmado no creer en el destino, sino en las señales. La frase me parece acertada, y es probable que el desgraciado final que encontró el protagonista de nuestra historia de hoy, pudiera deberse a que no dio la importancia debida a alguna de esas señales.
Se trataba de un hombre de 30 natural de Brasil, que se encontraba pescando junto a dos amigos el pasado sábado 30 de octubre, en la ribera de un lago situada en una hacienda rural de Brasilândia de Minas, municipio ubicado en el estado de Minas Gerais.
Por lo que puedo leer en los periódicos cariocas, en un momento dado los tres pescadores sufrieron el ataque de un enjambre de abejas, lo que les obligó a zambullirse en las aguas del lago para huir de la furia de los insectos.
La estrategia obtuvo un éxito del 66,6% ya que dos de los amigos lograron salir nadando del agua en cuanto percibieron que las abejas se habían ido. Uno de ellos en cambio no llegó jamás a salir del agua. Al día siguiente, cuando los bomberos se presentaron para buscar al desaparecido, un militar acabó encontrando su cadáver a aproximadamente 4 metros de la orilla del lago con el rostro y otras partes del cuerpo severamente laceradas. En ese momento y antes de tocar el cadáver, preguntó si en el lago había algún pez carnívoro. La respuesta le dejó helado: las aguas estaban repletas de las pirañas.
Básicamente el pobre pescador se enfrentó al colmo de la mala suerte, o por usar la famosa frase patria, salió de Guatemala y acabó en Guatepeor. Y es que según puedo leer, los biólogos que han estudiado el caso afirman que el lago en el que falleció no es el hábitat natural de esas pirañas, por lo que se baraja la posibilidad de que alguien las criara en un acuario, y que las hubiera liberado al lago cuando se cansó de mantenerlas en casa.
Los miembros del rescate encontraron el cuerpo en una postura en la que es común encontrar a las personas que mueren ahogadas, por lo que tampoco queda totalmente claro si el infortunado se ahogó o falleció a causa del ataque de las pirañas. Fuera como fuera, el destino (y sus señales) parecieron estar totalmente en su contra en los últimos instantes de su vida.
En el Amazonas habitan más de 30 especies diferentes de piraña, y la mayoría son completamente inofensivas (algunas incluso son vegetarianas). Lo cierto es que rara vez atacan a los humanos, aunque eso sí, cuando lo hacen los resultados suelen ser devastadores. En enero de 2015 por ejemplo, una niña de seis años – también brasileña – llamada Adrila Muniz, falleció en el río Maicuru cerca de la ciudad de Monte Alegre, tras haber sido devorada por un gran cardumen de pirañas tras un accidente en barco.
¿Sabías que la “burrada” de liberar pirañas en aguas seguras, donde pueden llegar a reproducirse, también se ha dado en Norteamérica? En efecto, durante las últimas décadas, funcionarios de la conservación de la fauna de los Estados Unidos han tenido que retirar ejemplares en al menos en tres lagos del sur de Florida. Afortunadamente, las pirañas no habían llegado a reproducirse en gran número.
Si te apetece ver en vivo a estas pequeñas pero mortíferas criaturas, tal vez puedas acercarte por el Acuario Fluvial de Zaragoza, el único lugar de España donde han logrado que se reproduzca la piraña roja (Pygocentrus nattereri). Si te pregunta si es seguro criar cardúmenes de estos voraces peces a la orilla del Ebro, la respuesta es sí. Los gestores del acuario tienen completamente controlada a la población por lo que tal fuga sería imposible. Además, si algunas lograran escapar, las frías aguas del Ebro acabarían con ellas rápidamente.
Esperemos que el calentamiento global, y el comportamiento irracional de algunos propietarios de mascotas, no ayude a que en el futuro se hagan más comunes noticias como esta de 2004 en Madrid o esta otra de 2015 en León, relacionadas con peces emparentados con la piraña.