Arturo Soto Munguia / El Zancudo
El 16 de mayo de 2006 un convoy de al menos 10 vehículos con un pequeño ejército de sicarios a bordo cruzaron desde el desierto de Altar hasta Cananea sembrando la muerte a su paso.
Unos 200 kilómetros avanzaron sin que nadie los molestara. Levantaron y mataron policías en el mineral, secuestraron civiles adultos y niños y, ya perseguidos por agentes estatales fueron a dar hasta la sierra de Arizpe, donde sonó la metralla en un enfrentamiento de varias horas.
Por tierra y aire (desde un helicóptero) agentes de la entonces PEI y la PESP enfrentaron a los sicarios hasta que no quedó uno vivo. La leyenda cuenta que el piloto del helicóptero tuvo que regresar a Hermosillo para reabastecer de parque a los agentes. De ese tamaño la refriega.
El comandante a cargo del operativo fue Juan Manuel Pavón, entonces director de la PESP y el procurador era Abel Murrieta Gutiérrez.
Unas semanas antes, entrevistando al procurador a propósito de otros enfrentamientos entre agentes y presuntos delincuentes, le pregunté -a la distancia y el tiempo veo ahora que con cierta inocencia-, si no era preocupante ese intercambio de balas.
Con esa sonrisa que a veces parecía extraña, como de ingenuidad malvada o de malvada ingenuidad me respondió: me voy a preocupar el día que mis muchachos corran, el día que le den la espalda y no enfrenten a los presuntos.
Así era Abel Murrieta Gutiérrez, un tipo duro. Por algo duró nueve años al frente de la Procuraduría estatal, los seis de Eduardo Bours y los primeros tres de Guillermo Padrés. De hecho, algo que ya comenzaba a sonar como su lema de campaña era “Yo no tengo miedo”.
Abel Murrieta fue acribillado ayer en un céntrico crucero de Ciudad Obregón, a plena luz del día y delante de mucha gente, incluyendo al equipo que lo acompañaba en una pega de calcas para promover su candidatura a la alcaldía de Cajeme, por Movimiento Ciudadano.
En una ciudad como Obregón, catalogada como la cuarta más peligrosa del mundo; donde el año pasado asesinaron a más de una persona por día, y en lo que va del presente año se cuentan más de 200 asesinatos relacionados con el crimen organizado, Abel Murrieta era visto como un perfil atractivo para abordar el tema de la seguridad pública. No encabezaba las encuestas, pero estaba haciendo una campaña interesante.
Ayer, en un enésimo ataque armado de los que tienen a los cajemenses viviendo en la peor zozobra que se recuerde, fue arteramente baleado y falleció en el hospital.
El mensaje es ominoso. Casi un centenar de políticos y políticas en campaña, ya como candidatos, ya como colaboradores han sido asesinados en lo que ya es un verdadero baño de sangre en todo el país.
El caso de Abel Murrieta impacta más en lo local porque se trataba de un personaje muy conocido, con una larga trayectoria en el servicio público no sólo en las áreas de procuración de justicia; también fue diputado local y federal y ahora buscaba la alcaldía de Cajeme.
Como abogado, representaba a la familia LeBarón, una de las tres a las que pertenecían las tres mujeres y seis niñ@s que fueron asesinadas e incineradas en Bavispe en diciembre de 2019.
Hoy viernes, se reuniría con los deudos para informar sobre nuevos descubrimientos que había hecho en las investigaciones sobre la masacre, según reveló a El Universal Adrián LeBarón: “Abel Murrieta fue clave y fundamental en los avances que hay en la investigación de la masacre, era un abogado simbólico y vamos a sumar su caso al de nuestra familia, no vamos a descansar hasta que se haga justicia”, declaró Adrián a ese medio.
El asesinato de Abel Murrieta impactará fuertemente el desarrollo de las campañas electorales en Sonora, sobre todo porque existe el antecedente de una denuncia pública hecha hace un par de semanas por el candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura, Ricardo Bours, en el sentido de que en la región del desierto y en algunos municipios de la sierra, aspirantes a candidatos locales fueron amenazados de muerte por el crimen organizado, si se registraban como tales. Bours Castelo dijo que esas amenazas iban en el tenor de que en aquellos municipios, nadie que no fuera de Morena podría registrarse.
Pero el crimen también impacta en lo nacional, donde el área de seguridad pública ha sido un fracaso rotundo en la actual administración federal. De ninguna manera se deslinda a gobernadores y alcaldes en las responsabilidades que tienen al respecto, pero es claro que las únicas que tienen el recurso humano, la capacitación y el poder de fuego para combatir al crimen organizado son las corporaciones federales, que, sin embargo poco pueden hacer si el comandante supremo traza una política de abrazos y no de balazos.
Las municipales están mal pagadas, mal capacitadas y gravemente corrompidas por el narco; las estatales no escapan a esa caracterización, con el agregado de que son muy pocos agentes. En el caso de sonora son poco más de mil, para un estado con tres millones de habitantes y 184 mil kilómetros cuadrados de territorio.
La Guardia Nacional, que el propio candidato de Morena, Alfonso Durazo presumió en el primer debate como el mejor de sus logros a su paso por la secretaría de Seguridad Pública, ciertamente pasó de 200 a 2 mil 300 elementos, pero en los hechos sus resultados no se ven.
Tan condenable como el crimen es la partidización de la tragedia, pero en el caso de Sonora es inevitable sacarla del contexto político-electoral toda vez que uno de los candidatos a la gubernatura fue el responsable de la seguridad pública en el país, el creador de esa Guardia Nacional a la que -se ha quejado- le piden resultados en tres años, cuando agrupamientos similares como los carabineros de Italia y Chile fueron fundados hace 200 años.
Mala cosa si la apuesta es que para el año 2022 se compone el escenario.
Imposible no recordar que fue también Durazo quien implementó la militarización de los mandos policiacos municipales en Navojoa, Cajeme, Empalme, Guaymas y Hermosillo. Salvo en el primero y el último, la estrategia ha funcionado con resultados aceptables, pero en los otros tres ha sido un verdadero desastre.
No se debe caer, sin embargo, en endosarle toda la responsabilidad al candidato de Morena, pues eso también sería mezquino, y no abona a una necesaria coordinación de los tres niveles de gobierno en la atención a un problema que los ha rebasado a todos.
Lo que es un hecho es que este asesinato va a impactar el desarrollo de las campañas. ¿Cómo? Imposible saberlo, pero tendrá consecuencias.
II
Por lo pronto, muchos candidatos a distintos cargos de elección anunciaron la suspensión de sus campañas este viernes. Se cancelaron también los debates de candidatos a las alcaldías de San Lui Río Colorado (ayer) y Nogales (hoy).
El IEE acordó anoche no suspender el debate de candidatos a la gubernatura programado para el 18 de mayo.
Y sin duda, el tema de Abel Murrieta estará presente, especialmente en uno de ellos: Ricardo Bours Castelo, con quien lo unía una sólida amistad, casi hermandad desde hace muchos años.
Veremos qué es lo que sigue.
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