Arturo Soto Munguía / El Zancudo

Faltan exactamente 53 días para el seis de junio, día en que se decidirá la sucesión gubernamental en Sonora.

Son tres los candidatos que han mostrado mayor actividad, pero eso no necesariamente se ha traducido en una modificación sustancial en los números que traían al inicio de la campaña, aquel 5 de marzo no tan lejano.

La malqueriente lectora, el aplaudidor lector habrán de prepararse para lo que sigue porque será un ejercicio que no aspira a la objetividad que, parafraseando a Eduardo Galeano, existe solo como utopía.

Trataremos de enlistar aquí los activos y los pasivos de los principales contendientes.

I
Como suele suceder en toda campaña, el candidato que va a delante es el depositario de la mayor cantidad de críticas, desde todos los frentes opositores. Esto no debe asustar a nadie; es lo que siempre pasa y en el caso de Alfonso Durazo no tendría por qué ser diferente.

Al candidato de Morena, sin embargo se le han complicado algunas cosas y, manteniéndose a la cabeza, es el único que ha perdido puntos. Empezó con un ‘techo’ muy alto, más de 40 puntos (algunas encuestas le daban hasta 43), y hoy anda por los 30 o 32; los más optimistas le dan hasta 36.

Eso no es una buena señal si se considera que en la elección 2018, la fórmula en la que acompañó a Lilly Téllez como candidatos al senado obtuvo más de 450 mil votos, lo que traducido a puntos porcentuales significan poco más de 45. En 40 días de campaña, Alfonso Durazo habría perdido al menos 10 puntos con lo cual, insisto, aún le alcanza para ganar.

Quizás el primer error de sus estrategas fue presumir ese arranque porque lo mostraba en ese ‘techo’ que no ha vuelto a alcanzar ni siquiera en las encuestas que ellos mismos han publicitado.

Durante los primeros días de campaña, conversamos con Ricardo Bours después de una entrevista para la 93.3 FM en Guaymas. Mostrando números de una encuesta propia, nos decía que si Alfonso Durazo se quedara en su casa sin hacer nada, la gubernatura era suya.

La frase implicaba que al salir, al exponerse al escrutinio público, al fuego amigo y enemigo, y a los errores propios, su vulnerabilidad iría en aumento. Eso parece estar sucediendo.

Durazo no solamente perdió un tiempo precioso en aquellos días que ocupó en tratar de convencer al electorado de que sí era sonorense. Mordió el anzuelo que le tiraron desde la oposición al bombardearlo con campañas sobre su desarraigo y en lugar de salir de la zona de conflicto, ayudó a posicionar el tema, incluso con algunos dislates como el del cerro del Pinacate, el Valle de Guadalupe y más recientemente la confusión entre Cajeme y Ciudad Obregón.

En descargo hay que decir que esto último es culpa de sus creativos y publicistas; como también es culpa de sus organizadores de eventos el no cumplir con las asistencias prometidas, tal cual le sucedió en su gira por Puerto Peñasco y Altar, donde preguntaba por los asistentes hablándole al vacío, o advirtiendo que como no podía traerles un café para despertarlos, mejor se retiraría él del mitin.

La gran ventaja de Alfonso Durazo es la marca. Morena sigue siendo el partido con mayor preferencia entre los votantes de Sonora, y eso le permite ciertas licencias, como llamar Cámara de la Industria de la Corrupción a la CMIC, por citar alguna.

Todavía falta evaluar las consecuencias del proceso interno para elegir candidatos locales, que ha hecho crujir la unidad del partido en las últimas dos semanas.

II
Ricardo Bours es el que ha hecho una campaña más vistosa en redes sociales y medios tradicionales. Conecta bien con la gente por su estilo jovial y desenfadado, su lenguaje coloquial y sus posicionamientos claros y directos.

Es el único candidato que se ha capacitado en lenguaje inclusivo y perspectiva de género y, fuera del desencuentro con algunos liderazgos originales de Movimiento Ciudadano en Sonora, supo mantener al partido en unidad y condujo sin mayores sobresaltos el proceso de selección de candidatos.

Otro punto a favor es que su primer y hasta ahora último cargo de elección fue el de alcalde de Cajeme y de eso ya hace 20 años (2000-2003), de manera que una buena parte del electorado hoy, no tiene una referencia precisa de lo que fue su paso por el servicio público y lo ubica más como un próspero empresario.

El cajemese es el que más ha crecido, pero porque partió de un piso muy bajo: más o menos 4 puntos. Hoy ya aparece en los diez puntos y algunas encuestas le dan uno o dos más, lo cual significa un repunte importante, pero lo coloca lejos de la verdadera disputa por la gubernatura.

A veces sobrado de autosuficiencia, la marca no le ayuda. MC es un partido relativamente nuevo, el que más creció (después de Morena) en 2018, pero está lejos de tener una estructura territorial consolidada en todo el estado. A veces pareciera que el candidato es el que carga a cuestas al partido y no a la inversa, como sucede con Durazo, precisamente.

Podría decirse también que Ricardo perdió tiempo valiosísimo, pues apenas hace unos días comenzó a articular un discurso de contraste, más puntual y claro: diferenciarse de Durazo y Gándara “que han vivido siempre de la política”, que no saben hacer dinero, sino gastarlo; que es incorruptible porque tiene suficiente dinero, entre otras cosas. También sostiene que en caso de ganar, se retirará a sus negocios privados al terminar su sexenio.

III

Ernesto Gándara no tuvo el mejor arranque. Aunque desde hace años ‘El Borrego’ se mantiene con niveles de aceptación competitivos, la alianza con el PAN hizo crujir las nomenklaturas de ambos partidos, que días antes de que se anunciara su candidatura común, la consideraban poco menos que imposible.

Aunque las negociaciones para esa alianza comenzaron hace más de un año, las resistencias tanto en el PRI como en el PAN eran muchas y reales, considerando los agravios y las disputas no pocas veces encarnizadas entre las dos fuerzas políticas. Pero además, estaba siempre presente la dificultad de ‘vender’ al electorado esa alianza peculiarmente satanizada desde la izquierda como PRIAN, que finalmente se concretó en las cúpulas nacionales de ambos partidos (más el PRD), auspiciada también por poderosos grupos empresariales desplazados por el gobierno de la 4T.

El camino no fue fácil ni estuvo exento de contradicciones, sin embargo lograron sacarla adelante sin tantos daños colaterales y poco a poco han puesto a funcionar estructuras que estaban adormiladas, por no decir noqueadas después de la elección 2018.

‘El Borrego’ tiene la experiencia de dos campañas exitosas, una por la alcaldía de Hermosillo y otra al senado de la República, en la que tuvo que remar a contracorriente del grupo hegemónico en el PRI sonorense. También una campaña interna por la gubernatura en 2009, donde enfrentó al poder estatal encarnado en el gobernador Eduardo Bours.

Con toda esa experiencia y con las estructuras de los partidos trabajando más afinadamente en todos los municipios, Gándara ha venido remontando y cerrando la brecha con Alfonso Durazo.

Sus eventos en los principales municipios han sido los más nutridos y se ve que detrás de ellos hay mucho trabajo de tierra.

La intensidad y el ritmo de la campaña borreguista desmienten la idea de que el PRI y el PAN están muertos y enterrados, y mal harían en Morena si se confían en que les van a volver a pasar por encima.

La táctica de Ernesto Gándara, de permanecer fuera de la zona de conflicto y solo entrar esporádicamente en ella le ha dado resultado en el sentido de que no lo proyectan como un tipo proclive al pleito, aunque cuando se ha requerido le ha entrado.

Ayer por ejemplo, les pegó a los cajemenses ‘en la pura pata de palo’, cuando cuestionó la fallida estrategia de seguridad del gobierno federal, que eliminó los fondos para el fortalecimiento de las corporaciones municipales y ha sido incapaz de coordinarse efectivamente con las autoridades locales para abatir los índices de criminalidad.

En una cena con más de 200 matrimonios cajemenses, Gándara Camou tocó la fibra más sensible en ese municipio donde el año pasado hubo más de 400 homicidios dolosos relacionados con el actuar del crimen organizado, y en los primeros cuatro meses de este año ya suman más de 200.

Imposible, no contextualizar estas cifras y esta denuncia sin voltear a ver a quien estuvo a cargo de la seguridad pública en los primeros dos años y meses de la actual administración federal.

Colofón

En resumen, puede decirse que siendo el más docto, Alfonso Durazo es un candidato al que no se le da bien el trajín de la campaña, pero cuenta con un partido muy bien posicionado; Ricardo Bours es un buen candidato con un partido aún adolescente y ‘El Borrego’ es el más experimentado en campañas aunque la alianza que lo postule no termina de cuajar en un electorado que en 2018 les volvió la espalda.

Desde luego, la duracista lectora, el borreguista lector, los boursistas zancuderos tendrán siempre el mejor análisis y la mejor opinión.

Yo aquí les dejo la mía para que la sopesen, dicho sea sin albur y con todo respeto.

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